Como compensación por el asesinato de su hijo Androgeo, Minos, el rey de Creta, había ordenado a los atenienses que enviaran a siete muchachos y siete doncellas cada nueve años al laberinto cretense, donde los aguardaba el temible minotauro para devorarlos. El Minotauro cuyo nombre era Asterión, era el monstruo con cabeza de toro, fruto de la unión entre Pasífae y el toro blanco.
Poco después de la llegada de Teseo a Atenas, venció por tercera vez la fecha del tributo impuesto por Minos, y él sintió tanta lástima por aquellas jóvenes víctimas destinadas al sacrificio y por sus desdichados padres, que se ofreció como una de sus víctimas. Antes de partir, Teseo consultó al oráculo de Apolo en Delfos y le ofreció a dios una rama de olivo consagrada. Éste aconsejó que invocara la protección de Afrodita, diosa del amor. Teseo no dudó en realizar un sacrificio en la playa para que lo protegiera en su arriesgado viaje.
Cuando la nave llegó a Creta, unos días más tarde, Teseo comprobó que Afrodita lo había acompañado, ya que Adriadna, la hija de Minos, se enamoró de él a primera vista.
- Te ayudaré a matar al Minotauro- le prometió secretamente- si me dejas regresar a Atenas como tu esposa. Teseo aceptó gustosamente esa oferta y juro que se casaría con ella.
Pues bien, antes de abandonar Creta, Dédalo, el arquitecto que había diseñado a pedido del rey Minos ese espacio intrincado para encerrar al monstruo comedor de hombres, le había entregado a Adriadna un ovillo mágico de hilo y le había explicado como entrar y salir del laberinto.Entonces Adriadna le entregó a Teseo un ovillo de hilo mágico y le explicó cómo entrar y atar el cabo suelto al lintel de la puerta, para que e ovillo rodara por el suelo, disminuyéndose, por tortuosos caminos, hasta el mismo escondrijo que ocupaba el Minotauro. Al llegar al lugar donde se encontraba el monstruo dormido, debía tomarlo de los pelos y sacrificarlo a Poseidón, el dios soberano del mar. Luego podría encontrar el camino de regreso, volviendo a hacer un ovillo con el hilo.
Aquella misma noche Teseo hizo lo que se había dicho. Cuando salió del laberinto, manchado de sangre pero triunfante, Adriadna lo abrazó apasionadamente y condujo a todo el grupo de atenienses al puerto.
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